Bioshock Infinite: sacrilegio en el paraíso fiscal

Bioshock Infinite: sacrilegio en el paraíso fiscal

Os preguntaréis: «Bioshock Infinite lo publicó Irrational Games en marzo de 2013, ¿por qué este pavo saca ahora la reseña?». Os podría decir que por celebrar su tercer aniversario de esta pedazo de «obra de arte». Pero se me ha ido la fecha por un mes y no creo que cuele. Podría también aducir que soy un poco retrasadillo, pero para qué nos vamos a engañar, ni eso es disculpa ni hace falta decirlo (se deduce, si no, no estaría escribiendo tontás en una página que, por ahora, tiene menos tráfico que una carnicería sevillana en Viernes Santo).

La verdad verdadera es que este título se me quedó en el tintero en su momento y a los juegos les ocurre lo contrario que al vino tinto: con el paso del tiempo se abaratan (lo mismo no soy tan retrasadillo, ¿eh? Dejémoslo en… paciente).

Bioshock Infinite – Argumento

Esta ucronía se desarrolla en 1912. El jugador tiene el dudoso honor de ser el ex detective y ex soldado Booker DeWitt quien, para saldar una inexplicada deuda, debe acudir a una ciudad voladora, un edén ultrarreligioso y ultrarracista, llamada Columbia. El encargo es rescatar a una chica encarcelada desde su juventud que, aunque parezca una princesa, no responde al nombre de Rapunzel o Fiona, sino de Elizabeth.

Elizabeth no solo es la excusa de tu aventura, también te ayudará a cumplir tu misión proporcionándote munición, sales para tus poderes (a saber, Cuervos asesinos, Caballo salvaje, Tirón de fondo, Jinete eléctrico, Posesión, Beso del diablo, Carga, Devuélvase al remitente), e incluso dinero para tabaco y birras. Incluso forzará cerraduras para ti. Y parecía una mosquita muerta, la muy pájara. Tú trátala bien y céntrate en sobrevivir cuando oigas la musiquita de amenaza inminente, que de lo demás ya se encarga ella.

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Jugabilidad: 80%

En Bioshock Infinite para salvar a la chica y sacarla de su pesaroso cautiverio, Booker —oseasé, tu menda— recorrerá las nubes por aerocarril y luchará en calles, edificios y zepelines megatochos sirviéndose de un novedoso gancho aéreo y un variopinto arsenal de armas. Además, deberá aprender a dominar diversas habilidades que le permitirán alterar el entorno. Ambas cosas podrás irlas mejorando en máquinas expendedoras con las águilas de plata que vayas recogiendo mientras exploras los niveles para deleite de tus ojos y ego de los diseñadores.

Si has jugado a los dos Bioshock anteriores, cambia el chip de ranura. La acción en la urbe flotante del profeta Zachary Hale Comstock es más rápida e intensa, aunque es indiscutible la esencia de la saga Bioshock: armas, poderes, búsqueda de alijos y ambientación retro mediante grabaciones de voz (y secuencias de cine mudo).

Solo podrás llevar dos armas a la vez, pero también pegar buenos hostiazos cuerpo a cuerpo a lo pontevedrés. También podrás ponerte elegante con cuatro prendas (sombrero, chaleco, pantalones y zapatos) para subir ciertas estadísticas.

Cada vez que te maten, la resurrección te costará pasta conque, si eres roñoso, te recomendaría no dilapidar dinero en botiquines y consumibles. Encontrarás de sobra por el entorno. Ráscate el bolsillo solo para adquirir mejoras.

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Bioshock Infinite – Modo hiperjodido

Eso si no se te va la olla y te metes en el Modo 1999, que se desbloquea al completar el juego en cualquier nivel de dificultad. En este modo, como no tengas cuartos para pagar la reaparición, se acabó la partida. Tampoco dispondrás de ayuda para apuntar ni GPS, conque más vale que hayas dejado miguitas de pan. Y por si fuera poco, una vez comenzada la partida, no podrás cambiarle la dificultad. Te digo lo mismo que si fueras a casarte: ¿Te lo has pensado bien, criatura? Tal vez tengas momentos satisfactorios, pero son ganas de complicarse la vida.

Gráficos: 95%

He detectado algunos fallos e imperfecciones, como a Elizabeth avanzando como si estuviera en la cinta mecánica de un aeropuerto, pero nada que justifique una reprimenda. Por lo demás, una preciosidad visual bien ideada y ejecutada. Vamos, una novia guapa para pasearla y presumir.

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Solo que, en ocasiones, apetece meterle mano a una piva más morbosa que guapa…

Sonido: 87%

Buena banda sonora. Efectos sonoros más que correctos. Doblaje y traducción sin tacha. Una salvedad: como DeWilt no esté mirando a la fuente del sonido (Elisabeth, persona, altavoz), el volumen se desvanece clara y súbitamente, lo cual fastidia un poco y canta mucho por el porcentaje de veces que ocurre: siempre.

Jugo: 85%

Como si vas a un museo, se te puede hacer corto o largo, depende de lo que te gusten las obras de arte. Yo tardé unas diecisiete horas en modo difícil y explorando a saco, que no está pero que nada mal para un shooter. Aunque puedes ir más ligero y hacértelo en diez u once horas.

Resumen final: 86%

Bioshock Infinite es hermoso, un primor artístico, bien escenificado, con una narrativa muy cuidada, como el ambiente de fanatismo religioso que se respira a cada paso, pero —y aquí es donde empezaréis a gritarme: «¡Sacrílego, sacrílego!»—, a mí no me ha llenado. Nada que objetar en el apartado técnico, todo lo contrario, pero disfruté muuuuucho más el primer Bioshock. Incluso el segundo, que flojea un pelín.

En este la acción se me ha hecho demasiado lineal, escasa, dispersa, a cuentagotas menos al final del juego. Los poderes, alias vigorizadores, también me han parecido mucho más sosos que los de Rapture, por muchas sales que les pongan. Casi prima la historia sobre la jugabilidad y no todos los jugones que se precien de ser mis amigos antepondrán las conversaciones de novela negra y la recreación visual a la diversión pura y dura. A ratos resulta tan monótono y tardas tanto en encontrar enemigos que te entretengan que se te hace pesado. Pero en fin, dijimos que yo era un tipo paciente, ¿no?

Lo de los desgarros al principio me pareció… desgarrador: un recurso técnico y narrativo confuso. Eso sí, tiene su explicación al final, lo que te hace replantearte sensaciones una vez acabado el juego.

En definitiva, impecable en historia, factura y ambientación. Pero enganchar y desestresar… con reservas. Esperaba más. Lo que comenté de un museo, sabes que estás viendo arte puro, pero a lo mejor te lo hubieras pasado mejor en una peli de Tarantino.

También es cierto que han pasado tres años y he tenido bastantes buenas experiencias con otros títulos más modernos. En fin, quizá me lo debería haber jugado en su momento.

Ustedes me perdonen con un cantazo bien "dao"
Ustedes me perdonen el sacrilegio con un cantazo bien «dao»
Jugabilidad
Gráficos
Sonidos
Jugo
Promedio
Oretano

Oretano

«¿A quién vas a creer? ¿A mí o a tus propios ojos?» (Groucho Marx)

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